viernes, 4 de junio de 2010
Placentera masturbación
Un momento,
acaricie una de sus orejas,
ese planeta de concavidades,
curvas y montañas,
tactando en una
la excitante suavidad
de la piel tersa en ésta
e introdúzcase con sus dedos
en las diminutas curvas,
intrincadas y misteriosas,
deslizándose después
por su extremo exterior,
llegando a la tetilla,
todo un corazón de ternura
abierto al recreo
de su erotismo escondido
y juegue con ésta
y con toda la oreja,
pensando en el hombre o mujer
que debe sintiendo, espero,
la placentera imaginación
en ese extraño órgano.
Y si no ocurre nada
en sus sentidos
no se preocupe
uno tiene dos orejas.
*Fotografía cedida por Juan Reyes
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Me encanta su poesía.
ResponderEliminar¿Por qué murió tan joven? ¿No se suicidaría? Fue un gran poeta.
Mi sentido pésame a ustedes.
No, Aída. Su muerte fue un desgraciado accidente. Fernando, a pesar de todos los pesares, amaba la vida.
ResponderEliminarDesgraciado suceso.
ResponderEliminarMi pesmame, se ve que le apreciabas.