domingo, 7 de febrero de 2010

Prólogo -1-

Por Juan Diego Fernández

Verdad. Eso es la poesía de Fernando Cañas. Porque él escribía igual que vivía, incapaz de engañar. Sus palabras eran trozos de órganos en escaparate. Hígado, páncreas, estómago... mucho corazón y, por supuesto, sexo. Tirado, perdiendo el tiempo, viendo pasar musarañas en el horizonte, masturbándose la oreja y garabateando en cualquier sitio, en un recibo de la luz mismo. Era un gran onanista y un enamorado eterno, el amor siempre en conflicto, ya correspondido ya perturbado, preside toda su obra.

Reacciona contra el mundo insensible desde su experiencia amorosa, él hubiera dejado de respirar ante un ambiente hostil al arte o a la sensibilidad, señalándose muchas veces con su voz el lado femenino. Sus poemas, sin ninguna afectación intelectualoide y sin proponérselo, entroncan en la bohemia finisecular del XIX español, siendo el eslabón encontrado a finales del siglo XX. De una producción poética extensa y desperdigada en variopintas hojas sabemos que dos partes las ordenó bajo los títulos de Breve poemario de vesania y El dibujo de tus labios o la burbuja de cerveza. En prosa conocemos un prólogo sorprendente al libro Brochazos de Jose Rasero y diversos relatos en fanzines [Radio Ethiopía, Tres Pestes...] Es el poeta moderno por la gracia de Dios, es decir, por nacimiento, sin estudios. Así fue parido y así se muestra, pura vanguardia de sinceridad. Lírica visual, cine y pop-art en papel (imágenes eróticas algunas más chocantes y más sucias que aquellas del maldito conde de Lautreamont, con una mística diabólica) Te atrapan los versos de Cañas porque duelen, están dichos desde el sentimiento, son rápidos, pensados y escritos, casi sin puntuación, quizás por su caprichosa dislexia. Es poesía a lo bruto, sin pulir, sin esperar el agrado de un crítico o un académico de catálogo, por eso es emocionante tenerla viva en su salvaje naturaleza. Llena de paradojas, como tanto a él le gustaba, subir y bajar (esa escalera, que puso fin a sus 39 años, fue asesina y salvadora, lo hico caer y elevarse cual estirada figura de Greco)
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Foto: jose rasero (Ilustración del número 11 de Tres Pestes)

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